La Construcción del Convento e iglesía de Santo Domingo, 3ºParte, por Jesús Daniel Laguna Reche
FINALIZACIÓN DE LA IGLESIA.
La década de 1580 dio a los frailes dominicos de Huéscar la inmensa alegría de poder ver finalizado el cuerpo de su iglesia, tras más de treinta años de trabajos, que al menos en una parte de la obra se encontraban parados. Aún faltaban por levantar varias tapias, colocar el arco toral de la capilla mayor y hacer el ábside, construir la cubierta definitiva, el coro, el claustro, el campanario y todas las capillas laterales excepto la colateral al altar mayor por el Evangelio, única existente, de las que solamente para algunas había cimientos y quizá una parte de los muros.
Concretamente se encontraba parada la realización de varios hilos de dos y tres tapias y la colocación de la cimbra necesaria para la fabricación del arco toral, en la capilla mayor. El albañil que había iniciado la obra, Diego Fernández, vecino de Huéscar, pudo finalmente contratar la continuación de los trabajos el 16 de julio de 1580, por el precio de veintiún ducados.
Las obras destinadas a dar la altura necesaria a los muros maestros de la iglesia prosiguieron durante los años posteriores a 1580, a la vez que se iniciaba la fabricación de la capilla de San Cosme y San Damián en el lado de la Epístola.
El 28 de marzo de 1584 el tejero de Baza Diego de Córdoba contrató la fabricación de veinte mil tejas y cinco mil ladrillos, que debía entregar en la tejera de Huéscar, situada junto al río seco, hasta el día de la Virgen de Agosto, por el precio de cuatro ducados el millar de teja y treinta y cinco reales el millar de ladrillo.
El hermano del anterior, Jaime de Córdoba, contrató el 17 de octubre la realización en las tejeras de Huéscar de tres mil tejas, doscientas más o menos, entregadas en un plazo de ocho días y al precio tratado por su hermano Diego de Córdoba.
Por su parte, mediante escritura de 17 de junio, el calero Antón Sánchez de Hita entregaría al convento todo el yeso que fuese necesario a seis reales y cuartillo la carretada.
Obras previas a la colocación de la armadura.
El 7 de octubre de 1584 se contrató una muy importante obra que suponía la culminación de los muros que forman el perímetro de la iglesia, para después colocar la armadura del tejado. Los albañiles Diego Martínez y Francisco González, vecinos de Huéscar, se obligaron a realizar las siguientes obras:
-Arrasar, nivelar y perfeccionar el cuerpo de la iglesia y ajerojar con piedra y yeso, todo macizo, la madera que se colocase encima.
-Los tres aleros desde el huerto de canes de yeso con la moldura correspondiente.
-El testero de la huerta de cuatro vuelos de ladrillo o lo que se les dijese.
-Hacer su alcatifa encima de la madera del tejado, y tejar de barro a caballón lleno, y de tres en tres los caballones macizos de yeso o ladrillo, o lo que se les diga.
-Levantar un campanario de yeso o ladrillo cortado.
-Fabricar todos los andamios necesarios, para lo cual el convento habría de dar las maromas, sogas y espuertas. Los albañiles pondrían las herramientas necesarias.
-Colocar todas las puertas y ventanas que haya.
-Enlucir todo el cuerpo de la iglesia de yeso o yeso y cal.
-Abrir los pasos hacia el coro, desde el refectorio a la sacristía y a la iglesia, y desde el dormitorio al coro, además de atajar la huerta y edificar la sacristía en el sitio indicado al efecto.
-Asentar las maderas del coro y poner la solería de ladrillo.
La obra se realizaría bajo las siguientes condiciones:
-Toda la obra necesaria aparte de la contratada será realizada por quien el convento estime conveniente.
-Quedan los albañiles obligados, fuera de lo expresado, a solar sin interés toda la iglesia y hacer como se les indique el altar mayor, las gradas y los pretiles, para lo cual el convento se obliga a contratar dos peones que les ayuden.
-El convento es el responsable de dar los materiales necesarios para la obra.
-Los trabajadores quedan obligados a trabajar en la obra siempre que el convento disponga de materiales y todo lo necesario, y a abandonarla cuando les sea requerido.
-Al comienzo de la obra se les darán doce ducados y el resto se les pagará conforme avancen los trabajos.
-Una vez finalizada la obra acudirán a verla dos oficiales nombrados uno por cada parte para tasar los trabajos hechos, sin incluir el altar mayor, las gradas y el suelo de la iglesia, debiendo el convento pagar lo que falte en caso de ser superior el valor de la tasación a lo cobrado.
Fábrica y colocación de la armadura y el coro.
Una vez terminada la obra de finalización y nivelación de muros tocaba colocar la cubierta definitiva y tejarla. Dicha cubierta está constituida, como es bien sabido, por una inmensa armadura de madera de las del tipo conocido como de par y nudillo, en su variante denominada de limas o de artesa, cuyo estado de conservación ha sido muy bueno hasta hace poco tiempo, pero que en los últimos años sufre el deterioro y hasta el saqueo de sus maderas y las piezas decorativas que en ellas se hallan incrustadas. Constituye dicha armadura, sin duda alguna, el elemento artístico de mayor calidad e importancia en el conjunto monumental del convento de Santo Domingo, y por ello su conservación es sencillamente necesaria.
Aunque no hemos encontrado la escritura de contratación de armadura y coro, que era la misma, sabemos que tanto la una como el otro ya estaban perfectamente proyectados y reflejados por tanto en un plano en el temprano año de 1554, sencillamente porque ese es el año que aparece con perfecta claridad en las condiciones presentadas al notario en 1584 como la fecha en que fueron redactadas. Esto es una muestra más de la rapidez con que se quiso construir el convento y la obligada paralización de algunos proyectos ante la falta de recursos.
La fabricación de la armadura fue contratada por los carpinteros Alonso García, vecino de Baza, y Cristóbal de Riberón, vecino de Lorca, quienes tuvieron por fiadores a los hermanos Luis y Cristóbal Carrillo de Albornoz, vecinos y regidores de Baza, una vez que comparecieron ante la justicia de Huéscar para demostrar que poseían bienes raíces por valor superior a mil ducados.
El día 28 de febrero de 1584 acudieron los dichos carpinteros al convento para presentar al escribano las condiciones del contrato, estando presentes el prior, fray Pedro de Aguilar, y los frailes Jerónimo Palomeque, Pedro de la Jara, subprior, Diego de Hinojosa, Melchor Valera, Alonso Pacheco, Juan de Arciniega, Juan Crisóstomo, Lorenzo de Espinosa y Diego Treviño. En presencia del escribano firmaron las condiciones el prior del convento y el carpintero Alonso García, ante los testigos Diego de Córdoba, tejero de Baza, Simón Fernández y el platero de Huéscar Bartolomé de Arenas.
Previamente, el día 25, Esteban de Riberón y los fiadores habían otorgado en Baza una carta de poder a favor de Alonso García «para que pueda contratar y contrate con los muy reverendos señores prior y frailes del monasterio de Santo Domingo de la ciudad de Huesca de hacer una armadura de madera de par y nudillo y otras cosas en la dicha iglesia y un coro y otras cualesquier obras».
Las condiciones para la realización de la obra de la armadura de par y nudillo y el coro –realizadas como se ha dicho en 1554-, que debería estar acabada en un año siempre que no cesase la actividad por causa justificada, indican que los trabajos seguirían las correspondientes trazas dadas por el convento, que las tenía en su poder, y por las cuales se deberían pagar tres ducados a su desconocido autor, el mismo que hizo las condiciones. A las citadas trazas se añadirían después las correspondientes a un balconcillo, seguramente para el coro, que posiblemente no iba incluido en el proyecto inicial pero cuya fabricación fue pensada antes de escribir las condiciones de la obra.
Durante el transcurso de los trabajos el convento se otorgaba el derecho de llevar a la obra a un maestro del oficio para que ver si el estribado se iba haciendo bien y fuerte, y el coro bien labrado, y para ver posibles desperfectos susceptibles de ser reparados, para que los carpinteros los arreglasen.
Quince días antes de que faltase recaudo en la obra debería el maestro de ésta avisar al convento para que lo buscase, de forma que en caso de no hacerlo podrían los carpinteros abandonar el trabajo hasta que se les diese.
El convento pagaría en la firma del contrato cincuenta ducados, y el resto a partir de Pascua Florida conforme avanzasen los trabajos. Lo que quedase por pagar se abonaría en un plazo máximo de un año y medio y en tres pagas, la primera al declararse concluida la obra.
La obra debía ser tasada por dos tasadores del oficio, uno nombrado por cada parte, pudiendo nombrar un tercero de común acuerdo si fuese necesario, haciendo gracia de la décima al convento, y una vez acabada y llamados los oficiales por ambas partes para ver si ha quedado firme y segura y hecha conforme a la traza, hecha la tasación quedaría la tercera parte del dinero en manos del prior para pagar futuras reparaciones.
En caso de no finalizar la obra en el plazo previsto sin causa justificada podría el convento tasar lo ya hecho y contratar lo restante con otros oficiales a costa de los anteriores.
El cuerpo de la iglesia fue terminado, por fin, a mediados de abril del año 1585, como quedó inscrito en una de las maderas. Podemos precisar la fecha ya que el día 4 de abril, «para acabar la obra de la iglesia del convento que de presente se va haciendo», y por falta de dinero, fue necesario vender parte de la madera del convento al Concejo de Guadix, en cuyo nombre actuó el regidor Diego Pérez de Andrade, y el día 21 del mismo mes se especifica que «se ha acabado el cuerpo de la iglesia y ha salido a gusto de la ciudad".