El señorio y ducado de Huéscar

Años después de la reconquista, el rey Fernando el Católico, concedía al Conde de Lerín y Condestable de Navarra, Don Luis de Beamonte,  el gobierno y el marquesado vitalicio de Huéscar, como cabeza de un gran señorío, que incluía, Castillejar, Zújar, Freila, Vélez Blanco, Vélez Rubio y Cuevas del Almanzora.  

El Conde de Lerín fue señor de Huéscar, durante trece años, periodo en el cual, muchos aragoneses y navarros, se trasladaron a Huéscar, junto a los que se habían desplazado para ejercer el gobierno en nombre del señor, la villa. A la muerte del señor en 1508, estas gentes se quedaron.

Con la muerte del Conde de Lerín, desaparece el marquesado de Huescar, pero cinco años después, se recuperado y entregado como señorío jurisdiccional a la casa de Alba.


Señorío de Huéscar


En 1513, la reina Juana I de Castilla, "la loca", concedió al II duque de Alba Tormes, Fabrique Álvarez de Toledo y Enríquez, el señorío de Huéscar, como recompensa por sus servicios prestados durante la reconquista del reino nazarí de Granada en 1492, que culmino con la capitulación de Granada, pasando a formar parte del Reino de Castilla, que puso fin a la reconquista. 

A la población mudéjar de Huéscar que era el centro del señorío, lo gusto nada la llegada de Fabrique Álvarez de Toledo y Enríquez como señor, por lo que este se refugio con grupo de cristianos viejos  en la vecina aldea de Bolteruela, que existía desde 1241 como un caserío dependiente de Huéscar

El 9 de noviembre de 1525, Fabrique Álvarez de Toledo le dio su nombre a la aldea, que repobló con navarros, castellanos y murcianos, que llevaron sus costumbres y tradiciones, como la devoción a las Santas Patronas Alodia y Nunilon, bailes típicos, apellidos típicos del norte como Aguirre, Amurrio, Beteta, Egea/Ejea, Irigaray, Huarte, Ondoño, Pageo/Pajeo, Penalva, Sola, Tristante, Tudela, Ujaque y los numerosos Navarro.

Ducado de Huéscar


En 1563 el rey Felipe II otorgó el ducado de Huéscar a Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, II duque de Alba de Tormes, II señor de Huéscar, conocido como el Gran duque de Alba, elevando el señorío a ducado, por sus servicios a la monarquía católica.

Con las revoluciones liberales del siglo XIX, desapareció el régimen señorial, pero el titulo de duque de Huescar sigue en la actualidad en la casa de Alba.
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